lunes, 6 de marzo de 2017

Soy una "histerica", lo admito.

En algún punto, que no se precisar... y en algún momento que no logro definir, pasados los cuarenta, a mi se me zafó algún resorte que no puedo (y francamente, aun no se si quiero) encontrar. 



Cuando era niña, y a medida que crecía, a veces veía a mi madre y pensaba que era una histérica importante, con un "dejo" que evoluciono de leve a intensamente amarga. Pero bueno!, que a mi madre le molestaban cosas insólitas, que no podía con sus ansiedades, y que, a veces, realmente merecería poder irse a vivir a una isla desierta para poder estar realmente a gusto con ella, con la vida y con el prójimo. Por aquel entonces, les hice jurar a mis amigos que el día que me vieran que iba perfilandome por ese camino, me hicieran el favor de matarme antes de llegar a convertirme siquiera en una tímida sombra de mi sufrida madre. 
Pero el caso es que la vida ha seguido sus carriles normales. De hecho mi madre hace tiempo ya no está en este mundo, y a veces siento que desde el cielo me guiña el ojo con una sonora carcajada de las de ella... porque me ve haciendo y diciendo todo aquello que tanto le supe criticar tantas veces. 
Y puesto así, esto no dejaría de ser una historia común de gente muy común que nos ha sabido afectar a casi todos a medida que crecíamos. Pero sin embargo, no todo es lo que parece. 
Dicen que "lo que se hereda no es robado" y es cierto. Soy un perfecto mix de lo mejor y lo peor de mis padres en su versión corregida y aumentada. Soy conciente de ello. 
Y como soy conciente de todo eso, es que también sé la educación que recibí,y las miles de veces que me supieron poner límites, sé cómo me enseñaron sobre respeto y educación y como mis padres, en el acierto y/o en el error, templaron mi carácter de la mejor manera que supieron. En resumen, que para muchos tengo una educación un poco "chapada a la antigua". 
Sin embargo, mis padres, además de una educación y modales me dieron herramientas de sobra para poder defenderme en la vida, y sobre todo, para no convertirme en una inútil consumada y sin cerebro. Sin importar que estudiara, me enseñaron, entre otras cosas, a pensar por mi misma y usar esa magnífica materia gris que viene de fábrica y no tiene costo extra. 




Con todo esto a cuestas, es obvio que a veces los umbrales de mis expectativas respecto al entorno están un poco por encima de lo normal, de forma inversamente proporcional a mi grado de tolerancia frente a la inutilidad, la ineptitud,  y la apatía, que muchas veces campean en el mundo actual. Pero esto, es parte de mis propias ansiedades... y lo asumo. 
Ahora, veamos un poco más a fondo qué me enseñaron: Me enseñaron que mis derechos TERMINAN donde comienzan los derechos de los otros. Un detalle no menor. Me enseñaron que hay horarios para hacer ruido, y horarios para respetar el sueño y el descanso ajenos. Me enseñaron que uno tiene que ser el primero en dar el ejemplo, porque sino, no tiene autoridad moral para reclamar luego sobre lo que está mal. Me enseñaron que para poder "mandar" primero tenia que saber "hacer" yo misma lo que le pedía a los demás, porque de lo contrario no estaba capacitada ni para apreciar la diferencia, ni para evaluar los resultados. Me enseñaron a trabajar en equipo y que ninguna tarea es menor que otra. Que a nadie se le caen los anillos por pasar una escoba, y que a veces las tareas más simples son las que más suman en un equipo. Me enseñaron sobre responsabilidad. La responsabilidad de tener un hijo, de tener un perro, de tener a alguien a cargo. La responsabilidad de tener un equipo de gente a cargo, un familiar o un trabajo. (Si tenés un hijo cuidalo, no lo pierdas de vista, no dejes que sea maleducado con la gente, enseñale modales, etc etc etc. Si tenés un perro (aplica para todo tipo de mascotas) hay que alimentarlo, sacarlo a pasear si necesita, limpiar su mugre (incluye juntar lo que hace en la calle y jardines ajenos), si tenes un trabajo llegá en hora, cumplí con tu tarea, hacelo lo mejor que seas capaz de hacerlo, etc etc) Me enseñaron sobre aquello de que cada acción (buena o mala) tiene consecuencias, igual que cada decisión que tomamos en la vida. Que ganar algo, importa perder otra cosa, porque cuando elijo, siempre implica dejar algo de lado. Me mostraron con el ejemplo que los modales nunca sobran, que ceder el paso, decir "gracias" y "por favor" son acciones gratuitas pero bien "pagas" por quien las recibe, y que las buenas costumbres, es mentira que pasan de moda. 
Y por esos caminos fue discurriendo mi existencia...






Quienes me conocen saben que no me caracterizo por ser alguien "paciente", sino más bien, todo lo contrario: cultivo las mismas ansiedades de mi madre "histérica". Sin embargo, puedo tener una paciencia infinita con una cajera que está en su primer día de trabajo, porque todos tuvimos un primer día de trabajo y nadie nace sabiendo nada. Lo que no puedo es tener paciencia con la persona que hace media hora esta en la fila de la caja, sabiendo que va a pagar con tarjeta, y en lugar de buscar, al menos la billetera, esta bobeando con su celular, y luego hay que esperar media hora que encuentre la tarjeta. Pero vamos,,, esto es un detalle menor. Y a quien no se le ha olvidado (empezando por mi...!!!) presentar el ticket de la devolución de los envases... y se da cuenta cuando ya cerraron la cuenta!? Lo que no hago es armar un escándalo en la caja, que incluye, de paso y cañazo, insultar gratuitamente a la cajera, y demorar media hora la fila cargada de gente tan ocupada como el resto de los mortales. 
Las playas de nuestras costas lucen grandes carteles que indican que no se puede (al menos durante la temporada veraniega) bajar con animales a la playa. Pero en Punta del Este, en Valizas y en varios lugares más, los perros abundan en la playa. Casi todos con dueño, y casi todos sin correa. Así que, si pensabas comerte algo en la playa, probablemente, termines como yo, acostada en la arena con un perro lamiendo tu cara, en el mejor de los casos que no te arranque una mano de un mordisco, ante la absoluta indiferencia de su propietario que te mira muy divertido con cara de "que lindo es mi perro" y se pregunta seriamente, como podés ser tan amargo de no emocionarte porque su can te esta lamiendo hasta en lugares inimaginables. 
Conocen la genialidad del pagar con TELEPEAJE??? Es magnífico!!! Casi no hay demoras cuando tenes que pasar por los puestos de la ruta... excepto cuando alguno que obviamente falto a la revisión del oculista no ve el cartel que dice SOLO TELEPEAJE y se queda trancando la incalculable cola de autos que tiene detrás y arma un embrollo de novela, porque obvio, es la hora pico!!! Y encima se da el lujo de insultar a los exaltados autos que tiene detrás. 
El tema del tránsito es un capítulo aparte: los autos modernos no incluyen señaleros, ni balizas, y uno debe adivinar como por arte de magia que corno piensa (si es que piensa... ) hacer el de adelante! Y obviamente, a nadie le enseñaron para que cuernos sirven esas preciosas líneas de colores pintadas en la calle y en la ruta que delimitan cosas absurdas como carriles, preferencias de paso, zonas autorizadas para adelantar otros autos, etc... De hecho se gastaron no se cuanto dinero en hacer terceros carriles para adelantar en la ruta 9 pero la mayoría todavía no entiende para que están y siguen por la izquierda a 45 Km trancando cuadras y cuadras de ansiosos (e histéricos) conductores que esperan poder rebasarlos y retomar la velocidad normal. 
A estas alturas, aparte de algunas risas más o menos jocosas, seguramente, todos han confirmado que el título de mi POST no era mentira... y que realmente, alguna tuerca se me aflojo con tanto traqueteo en este viaje por la cuarta década... Pero les voy a demostrar que no es así.



Qué pasa cuando estas cosas aparentemente tontas se vuelven más serias? Que pasa cuando estas "bobadas" que a diario la gente transgrede con absoluta conciencia (e impunidad), y cada uno de nosotros "por no ser unos histéricos" dejamos pasar,  terminan teniendo consecuencias más serias, y muchas veces irreparables?. 
Podemos empezar por preguntarle a alguno que haya tenido un accidente en la ruta, sobre las consecuencias de adelantar en un lugar no permitido. Lo peor de esto es que generalmente, siempre el que trasgrede la norma, "el re vivo" que no respeta y es irresponsable, se lleva gratuitamente a alguien que venía bien, a la velocidad permitida, con todas las de la ley.... Y la ley de lo que no te protege es de los idiotas. 
Te gustan los animales? A mi me encantan! Amo a los animales! Creo que menos arañas, casi cualquier bicho me cae simpático. He tenido varios. Siempre han sido parte de la familia. Desde un Tero hasta lo usual: perros, gatos y peces. Empezamos con lo básico: Tortugas de agua, hamsters, peces. Cosas fáciles de cuidar para un niño. Con ellos nos enseñaron la responsabilidad de cuidarlos y respetarlos. Pero parte de tener una mascota incluye lo que se llama tenencia responsable. Expresión que muy pocos conocen su significado. Significa que tu perro tiene que salir con correa, que no puede ladrar toda la noche sin dejar dormir a toda la cuadra, y que lo que hace lo tenes que juntar. Así que obviamente, cuando tengo que juntar lo que hacen los perros de los vecinos porque sino el olor es insoportable y no puedo abrir ni la ventana, cuando en una semana no puedo dormir una sola noche entera porque el perro de enfrente queda suelto adelante y ladra desquisiadamente apenas vuela una mosca como si estuviera en mi propio dormitorio, y especialmente, cuando una perra cimarrona que paseaba sin correa con su dueña se metio a mi jardín y literalmente,se masticó a mi gato... me pongo un poco histérica.



"Matute": mi gordo bello! Siempre te vamos a extrañar..



La lista de ruidos molestos es amplia. Desde alarmas que suenan y suenan todo un fin de semana sin que nadie les desconecte, los perros que ladran incesantemente, las podadoras de césped a las siete de la mañana un domingo... cada una por si sola, es una tontería. Pero cuando las horas y los días de sueño, mal dormidos, se acumulan, se suman al cansancio de largas jornadas de trabajo. Cuando el perro ladrando se suma a la alarma que no para de sonar y uno intenta concentrarse en su trabajo en la computadora, y sobre todo cuando el perro del vecino se escapa y se abalanza sobre el niño que pasa por la puerta... entonces me pregunto... de verdad soy tan histérica? 
El inicidente de la perra cimarrona termino asi:  A las seis de la mañana por una extraña cohincidencia planetaria, una señora paseaba plácidamente con su perra tomando mate. Justo en el preciso instante en que uno de mis gatos (el más viejo, y  que estaba ciego) dormitaba a la sombra en su jardín. El jardín de SU CASA. Quiso el destino, que en ese preciso instante un vecino tempranero abriera el portón del edificio... y la perra entró como rayo abalanzándose sobre mi gato al que tomó completamente desprevenido. Nosotros sentimos los maullidos y los gritos que nos hicieron saltar de la cama. La escena desde la ventana era dantesca. La perra con furia zamarreaba al gato entre sus dientes. El gato intentaba defenderse como podía y la dueña de la perra gritaba histérica que alguien la ayudara mientras era incapaz de poder controlar a su perra frenética. Salimos casi en calzones al jardín con mi marido y nadie podía sacarle el gato a la perra. Pasaron largos e interminables minutos hasta que lo logramos. Mi marido se llevo al maltrecho "Matute" para adentro, mientras yo intentaba que la perra no volviera a escaparse frente a la descontrolada propietaria del can que a punto de darle un infarto en mi jardín, solo atinaba a decirme "disculpeme señora, disculpeme por favor". 
La señora se marcho con su perra apenas logro recuperar el aliento y yo salí disparada a llamar al veteriario que vino prestamente. Pero nunca supe de dónde salió aquella señora con su perra porque jamás los volví a ver. Dos semanas más tarde, y a pesar de los esfuerzos y cuidados nuestro "Matute" dejó de pelear y se murió. Atrás de la señora quedaron una abultada cuenta del veterinario, pero sobre todo, el dolor de perder de la manera más injusta a uno de nuestros gatos al que adorábamos con locura y que me acompaño por diez años. La señora ni siquiera vino a ver si el animal aun estaba vivo. Mucho menos hacerse cargo de los gastos, lo cual es irrelevante ante la perdida del ser que amamos. Y la pregunta obligada aquí es esta: Y si en lugar de mi gato, la perra hubiera agarrado a tu hijo? Si en lugar de mi gato, la perra le saca una mano o le desfigura la cara a un niño? Se arregla solamente con un "disculpeme señora"?







Yo soy una histérica, lo admito. Lo asumo.  Soy una histérica que no hace ruidos molestos antes de las 11.00 de la mañana ni después de las 21.00 hs,  porque me enseñaron que había que respetar el sueño ajeno. Soy una histérica que educo a mis animales para que no jodan a los vecinos, mis gatos usan su bandeja y no tengo perro porque no tengo un jardín exclusivo para mi y se que tenerlo es joder a los vecinos, no tiene el espacio necesario, y no estoy las horas suficientes para poder atenderlo como merece. Soy una histérica que no dejo la alarma conectada si no le voy a dar pelota. Soy una histérica a la que, de niña, le enseñaron a no hacer ruido a la hora de la siesta, y a no invadir las casas de los vecinos. Soy una histérica que no adelanto en la doble raya amarilla aunque me metas tu súper camioneta gigante pegada en la nuca porque no se lo que viene del otro lado. Soy una histérica que digo "gracias" "por favor" y "buen día". Soy una histérica que llevo una bolsita dentro del auto en la cual tiro todos mis residuos en lugar de lanzárlos por la ventanilla en medio de la calle. Soy una histérica que se baja del auto y toca timbre donde va, o llama por teléfono, en lugar de tocar bocina como una enferma en la puerta. Si... soy una histérica bien educada y antigua que a veces se siente demasiado fuera de lugar en un mundo cada día mas desconsiderado y egoísta. 

Soy una histérica... y me encanta serlo! 

jueves, 4 de agosto de 2016

Feliz como un gato... (o la maravillosa aventura de vivir con uno)

¿Has tenido la suerte de compartir tu vida con un gato, aunque sea por breve tiempo...? Muchos responderán que si, otros muchos dirán que no, y otro tanto dirán "Jamás! No me gustan los gatos"

Para todos, hoy dedico esta entrada especial. Para los que sí, porque lo van a disfrutar, para los que no, para que sepan lo que se pierden, y para los que "Jamás",  para que aprendan algo sobre el maravilloso mundo gatuno.

Hoy además, este post es un homenaje a mi querido FATIGA que aunque ya no nos acompaña físicamente, su espíritu permanecerá siempre entre nosotros y su recuerdo seguirá intacto en nuestros corazones.

"FATIGA"


LA HISTORIA AL REVÉS

De niños nunca hubieron mascotas en casa, salvo por tiempo limitado, algún refugiado rescatado por ahí, pero que a la larga, debía marcharse apenas recuperado.

Aunque la lógica diría que tengo que contar la historia en "orden cronológico" he decidido empezar "por el final", pues el final es precisamente el "disparador" de esta historia, y es por sobre todo, a quien quiero honrar en el día de hoy.

Solo a fin de ponernos en contexto, hoy en casa somos Carlos (mi marido) y yo... y dos gatos: "Matute" y "Neko". Así era hace tres años atrás, y así vuelve a ser hoy, tristemente.


FATIGA


Cuando ya éramos muchos en casa (mi marido, dos gatos y yo), una noche sentados junto al fuego sentimos un maullido insistente afuera. No eran Matute y Neko (nuestros gatos)  porque estaban a nuestros pies frente a la estufa... asi que salimos a ver. Sentada al otro lado de la puerta vimos aquella criatura absolutamente negra como el azabache que maullaba a grito pelado  y que apenas abrir la puerta lanzo un chillido agudo e imperativo como diciendo "alguien que me atiendaaaaaaa!!!!!"

Nos quedamos de una pieza mirando, y dijimos "ay...no...!!! otro más, no....!! ya somos muchos...!" Pero nos partía el alma, asi que fuimos por comida y un tacho y se lo pusimos en el jardín junto al portón. Obviamente, tras esto, cada noche, exactamente a la misma hora (20.15) teníamos a la criatura maullando en la puerta de casa. Asi que le sacamos algunas fotos, las publicamos en redes sociales, e intentamos conseguirle un hogar. Pero, como siempre pasa, cuando uno comparte estas cosas, desaparecen todos los defensores de los animalitos y no queda nadie que realmente se haga cargo .Para "peor" un gato negro, era como tener todos los boletos para perder.  Así fueron pasando los días. Cada noche aquella belleza negra llegaba hasta la puerta por su ración diaria.

Negro sobre negro... así empezó todo....


Una noche, yo trabajaba en la computadora junto a la estufa, mientras mi marido lo hacía en la mesa del comedor. Uno de los gatos, Matute, dormitaba en una silla junto a mi marido, mientras que el otro, Neko lo hacía a mis pies. En determinado momento me levanté para preparar la cena y me pareció percibir algo extraño con el rabillo del ojo. Volví sobre mis pasos, y me pareció notar algo extraño... hice "foco" con la vista sobre el sofá negro... y entonces me di cuenta: había un gato negro hecho un bollo durmiendo plácidamente en nuestro sillón...!!! Entonces le dije a mi marido: "Carlos, mirá el sillón" Miró con ojos grandes aquella escena.... me miró a mi... lo volvimos a mirar... y me dijo "no, esto es muy fuerte...!" Nadie lo escucho entrar, nadie lo percibió caminando entre nuestros pies ni lo vio acurrucarse en el sillón. Era obvio que estaba agotado, pero a la vez era sorprendente como un gato de la calle había tenido la osadía y a la vez la confianza para aventurarse en terreno desconocido, habiendo además otros dos gatos en casa, para llegar a dormirse profundamente en un sillón de un completo extraño desatendiendo su instinto natural ante un posible sitio amenazador. Sin embargo, entreabrió apenas los ojos, se acomodó mejor, y siguó durmiendo. Nosotros nos seguíamos mirando atónitos con mi marido. Era evidente que aquel gato había conocido un hogar anterior porque no era desconfiado como es de esperar de un gato callejero. Su pelo lucía espectacular, aunque estaba extremadamente flaco y sus caderas parecían una gran percha. Era pelo y hueso. Nos dio mucha pena correrlo y optamos por dejarlo dormir en el sofá hasta que decidiera irse, tal como había llegado. Cenamos, nos fuimos a dormir, y seguía en el sillón. A la mañana siguiente, se había marchado.

Seguimos intentando conseguirle un hogar, pero no habíamos tenido éxito ninguno. Cada noche, a la misma hora, el animalito venía por su ración de comida, luego se echaba en el sofá y a la mañana siguiente había desaparecido. Así ocurrió durante un poco más de una semana. Era muy dulce, y se dejaba acariciar, aunque su mirada era impenetrable, y se notaba un poco de recelo en su actitud. Matute y Neko no lo miraban con demasiada simpatía, pero tampoco le prestaban mucha atención y la perra de los vecinos pronto asumió que el nuevo gato era parte de la familia y dejo de perseguirlo. Finalmente, decidimos que nos quedaríamos con el nuevo visitante. De hecho, pensábamos que era una gata, por lo que dos gatos, una gata, no estaba tan mal

Un par de semanas después de su llegada, descubrió que la casa tenía otro piso, y que arriba estaba nuestra cama, donde, por cierto... sus "congéneres" dormían con nosotros!! Wooowww....!!! Asi que pronto, donde éramos cuatro... terminamos siendo cinco! Al menos por un tiempo. A los pocos días Matute decidió que éramos demasiados y nos abandono eligiendo un lugar mas solitario y acorde a sus años que le agrada más, sobre todo considerando que las escaleras ya no le sientan tan bien como antes. Así planteadas las cosas, Neko mantuvo su lugar estratégico entre mi cabeza y la de mi marido, mientras que Fatiga, eligió en medio de la cama. Pero al contrario de otros gatos, a Fatiga le gustaba dormir completamente ESTIRADO, cuan largo era, asi que, era como tener "el muro de Berlín" entre mi marido y yo, lo cual nos hacía mucha gracia a ambos.

Vos dormí tranqui, que yo te cuido el sueño...


Cada noche, Fatiga se acomodaba entre ambos, panza arriba y se dormía con una mano de cada uno rascándole la tripa, mientras el nos abrazaba con sus patas (y eventualmente con su boca nos mordisqueba y se dormía con la muñeca de uno de nosotros entre los dientes, como asegurándose de que no nos íbamos a ir a ninguna parte). Cuando al final se nos acalambraba el brazo, nos acomodábamos en la cama y el se ponía entre mis rodillas o con la cabeza sobre mis piernas y así pasábamos la noche. A la mañana solía bajar, apenas bajaba Carlos a preparar el mate, a comer su desayuno. El ritual siempre era el mismo: Carlos ponía el agua a calentar, les ponía la comida a los gatos, hacía el mate y me iban a despertar a mi. Carlos con un beso, Fatiga con un salto olímpico sobre mis costillas o mi espalda. Si no reaccionaba de primera, entonces comenzaba a toparme insistentemente con su cabeza hasta que lo empezaba a mimar y se podía pasar asi todo el resto de la mañana. Me acompañaba al baño, me boxeaba un poco en la escalera y luego bajaba conmigo y salía a dar su paseo matutino mientras tomábamos mate. Al rato venía de afuera maullando y vocalizando como quien trae el reporte mañanero de noticias del barrio y se acomodaba en el sillón junto a Carlos.
Calor de Hogar y  PAZ total!

 
Desde  la cima, con el mundo  a mis pies!






Solía pasar largas horas tirado al sol sobre el techo del auto, desde ahí la vista era magnífica. Otras lo veía desde la ventana de mi estudio durmiendo sobre el techo del vecino, siempre al sol. Si me descubría en el estudio daba un salto hasta la pérgola y aterrizaba en mi ventana maullando y ya se quedaba en el estudio sobre mi falda acompañándome. Si le molestaba mucho que yo estuviera haciendo cosas entonces se tumbaba al sol junto a mi en el suelo. Nuestra cama era otro de sus sitios predilectos. Especialmente en las mañanas cuando el sol entraba a raudales por la ventana y el podía pasarse largas horas disfrutando su calidez. También representaba uno de sus juegos predilectos, ya que a la hora de tender la cama, lo bajabas, y él volvía a saltar sobre ella con expresión divertida, haciendo que una rápida y sencilla tarea se volviera algo casi eterno. Tu tirabas de las mantas de un lado, y el lo hacía del contrario. Sacudías y el se escondía debajo y así podías pasar media mañana en la tarea. Cuando entraba a vestirme a veces lo encontraba estirado sobre la cama, y al escucharme se estiraba aún más como si fuera casi un elástico, enrollaba su cola y volteaba su cabeza estirando la pata como diciendo "Mimos mami...!" Entonces yo me sentaba al borde de la cama, le rascaba la panza y el envolvía mi mano con sus patas abrazándome, totalmente complacido. La sensación de éxtasis de ambos era tan inmensa que yo podía pasarme un larguísimo rato ahí, aún a pesar de las prisas de cada día. A veces, entreabría los ojos y parecía que en cualquier momento podría hablar, entonces, levantaba su barbilla para que le rascara debajo de su quijada y podía sentir su suave ronroneo con una total expresión de felicidad. Era un momento tan pleno, que no importaba de que humor estuviera, él lograba que yo me olvidara de todo.

Pantera en miniatura... que difícil era sacarte una buena foto... tan negro! tan hermoso!


Su andar fue siempre sigiloso. Nunca lo escuchábamos venir. Solía venir caminando desde la cocina a espaldas de Carlos, se paraba junto a su cabeza en el descanso de la escalera y de pronto le soltaba un estridente maullido al oído que casi siempre lo tomaba por sorpresa! Si estaba sola e iba al baño y dejaba la puerta entornada, siempre, no se cómo, ni de dónde, asomaba una cabeza negra con grandes ojos mirándome con curiosidad. Tenia como un "radar" que siempre aparecía cuando uno se metía en el baño. Por las mañanas era habitual salir de baño y encontrarse a Neko y a Fatiga sentados al otro lado de la puerta como niños bien portados en la escuela que te siguen con la mirada cada movimiento que haces, y si yo dejaba la puerta entornada al ir a ducharme era común ver asomar una pata negra intentando correr la mampara (lo cual solía hacer con éxito...!) y ver como asomaba su cabeza curiosa para luego salir disparado apenas las primeras gotas de agua aterrizaban sobre sus orejas. Era tremendamente inquieto a veces. Salía, entraba, salía y volvía a entrar. Pero invariablemente, a la hora aproximada de irse a la cama, el venia y sigilosamente subía la escalera, la mayor parte de las veces sin darnos cuenta y nos esperaba estirado sobre la cama. Otras veces subíamos y no estaba por ninguna parte, pero apenas meternos en la cama, el saltaba inesperadamente sobre nosotros maullando como diciendo "Acá estoy...!!!!" y pronto se disponía a su sesión nocturna de mimos sin limites.

Otro de sus "deportes" predilectos era esconderse en el ropero. Esto implicaba, entre otras cosas, hacer espacio, por lo que era usual llegar y encontrar mi ropa regada por el suelo, la puerta entornada del placard, y ya sabía lo que encontraría adentro....

Pica un gato en el ropero!!!


Al igual que Neko, Fatiga también adoptó la costumbre (por motus propios) de acompañarnos al contenedor de la esquina a tirar la basura, igual que un perro... pero en versión felina. El problema era que si decidíamos salir a caminar teníamos que regresarnos a poco de salir, encerrarlo en casa y volver a empezar porque lo mismo era capaz de seguirnos hasta quien sabe donde, igualito que un perro!!!


Fatiga y Neko: mimos al por mayor...!



Conforme paso el tiempo desde su llegada, su mirada había ido cambiando. Aquellos ojos de mirada indescifrable al comienzo habían dado paso a una mirada cada vez mas expresiva, más cariñosa y más dulce. El era un gato extremadamente dulce. Sin "estridencias". Desde su andar tranquilo, hasta su ronroneo suave y casi imperceptible a veces. Se hacía entender de una manera asombrosa y tenia como bien definidos sus horarios: la hora de la cama, la hora de los mimos, la hora de la comida y la hora en que llegábamos a casa. A veces lo veía parado en la vereda esperando a vernos llegar, otras lo veíamos atravesar los jardines como rayo para llegar al portón antes que el auto, y siempre terminaba parado sobre el contador de agua como un blandengue viendo pasar un desfile, mientras entrabas el auto. Ahí salía corriendo detrás de uno maullando y dando la bienvenida. Sus juegos con la perra de los vecinos fueron en aumento, llegando a terminar retozando entre la pelambre de la panza de Lola mientras ella lo lambeteaba a piacere y luego el devolvía los cariños con un frotar de hocicos repletos de ternura. A la hora de los juegos, solía ser Fatiga quien perseguía a Lola, y era absolutamente cómico ver aquel pequeño gato curvar el lomo como un alambre con la cola enrollada como un gancho que mas que correr iba a los saltos y de costado, como un dibujo animado atrás de la perra.

Verlo al sol era maravilloso... su brillante pelaje negro inmaculado, lo hacia parecer una verdadera pantera en miniatura. La agudeza de su mirada cuando estaba en el jardín observándolo todo denotaba el cazador innato que todo felino lleva dentro. Pero lo mas maravilloso de todo era verlo subir a la falda de mi marido y tomarle la cara con las patas buscando mimos. A veces se quedaba en su falda y a veces se terminaba acomodando a un lado, pero siempre junto a él. Muchas veces venía sigiloso y se acostaba a mi lado y no era sino hasta que estiraba mi brazo que me topaba con él, y me daba cuenta que llevaba horas dormitando junto a mi respaldo.  Si estabas acicalándote en el baño tenia dos lugares favoritos: instalarse en la pileta y mirarte desde ahí, o acurrucarse en el bidet si estabas usando la pileta. Como fuera, el tenia que estar ahí, y ser parte del momento. Era un tremendo compañero.




Siempre sentimos que más que en otros casos, Fatiga nos había ELEGIDO a nosotros. La forma en que apareció en casa, la forma en que nos conquistó, la forma en que se hizo amar. Nunca se integró del todo con Matute y Neko que no le daban mucha cabida en sus juegos, por lo que solía jugar más con nosotros. Tal vez por eso, su vínculo con nosotros fue tan profundo. A diferencia de Neko que desconoce por completo la palabra "dignidad" (esa que "se supone" ostentan los gatos...) Fatiga si tenía esa dignidad. No era un desprecio. No era nada en particular. Era algo casi imperceptible en su mirada, en su manera de pararse frente a la vida, al entorno... algo difícil de explicar. Era algo que te decía que te amaba, pero que era su elección amarte. Como si buscara dejar en claro que el estaba aquí por propia elección y no por necesidad. No "porque le había tocado", sino porque entre todos los sitios del mundo, el había elegido estar aquí.

Ayer empezó como una mañana cualquiera. Pero no fue una mañana cualquiera. Ayer Fatiga salió como cada mañana pero no regreso. Lo encontramos en medio de la calle sin vida, poco rato después. Suponemos que fue un auto. Nunca lo vamos a saber con certeza. Solo sabemos que ya no esta. Que de la misma manera que llego de improviso, se fue sin avisar. Solo sabemos que vino, toco nuestras almas de una forma única, y de la misma manera que llegó se marchó. Solo sabemos que le dimos un hogar, mucho amor, y el nos regalo este tiempo con nosotros y nos lleno de cariño, de mimos, de ternura, de risas,  y dejo una parte de su espíritu retozando entre las paredes de nuestra casa para siempre. Eso va a estar con nosotros y va a permanecer vivo en nuestro corazón.



INICIACION GATUNA


                      


Fatiga no es nuestro primer gato, y de hecho había sido el último en llegar a nuestro hogar, hace apenas tres años. Cada uno de nuestros gatos, tanto los que hoy nos acompañan, como los que fueron antes y ya no están, merecerían por si mismos, no un post, sino un libro completo. Cada cual con sus cosas, tal cual las personas, cada uno con sus anécdotas, y cada cual con un cúmulo de bellísimos y especiales recuerdos. Pero hoy yo quería honrar a Fatiga, tal vez porque siento que se fue "demasiado pronto", tal vez porque siento que de alguna manera "me lo arrebataron" por la forma en que se fue, o tal vez, solo tal vez, porque una parte de mi siempre sintió, con este gato en particular, que su tiempo a mi lado era un tiempo prestado, y que el nunca nos "perteneció" realmente, sino que siempre estuvo "de paso". No lo se. Solo se que tenía un vínculo muy especial con él. Una conexión profunda, algo que de alguna manera era diferente entre nosotros dos. Posiblemente sea porque a diferencia de los otros gatos que he tenido, este llegó solo hasta mi puerta, ya adulto, y luego de haber tenido otro hogar y haber sido abandonado antes. Su mirada había cambiado tanto con el tiempo, su actitud había cambiado, podía sentir como se iba "abriendo" con nosotros día tras día, como cada día nuestra relación evolucionaba y se hacía más estrecha. Cada día había sido un desafío descifrándonos mutuamente, encontrando el camino para irnos acercando. La vida con él había sido tal cual la relación de "El Principito" con el zorro.  Cada día nos sentábamos un poco más cerca, cada día la confianza se iba construyendo de a poco. Cada día la relación se iba haciendo más profunda.




La vida con nuestros gatos nunca es aburrida. Cada día logran sorprendernos con algo inesperado. Su amor es incondicional, tanto o más incondicional que el de un perro, precisamente, porque aquí no hay un "amo".


FELIZ COMO UN GATO....!!!!

SOFA COMUNITARIO: Mejor que "CUCHARITA" es cucharita en familia!
                     


Para el gato, tú eres su familia, su manada. No hay escalas. El gato no necesita vivir con humanos (incluso un gato callejero tiene más chance de supervivencia que un perro precisamente, por ser un hábil cazador) por lo tanto, la relación con el gato no pasa por un tema de "necesidad", pues si un gato no está a gusto es capaz de sacrificar todas las comodidades de un hogar a cambio de su paz mental. Disfruta de compañía pero no le es indispensable. En lo que si se parecen es en el hecho de que te aman de manera completa. Los animales no saben "amar a medias". Ellos te aman  y te lo dan TODO. No escatiman. Te hacen sentir cuan importante eres para ellos por el solo hecho de ser parte de su vida. Te acompañan estés bien, o estés mal. Te dejan en paz cuando necesitas estar solo, y cuando necesitas un mimo, siempre lo tienen para dártelo. Se hacen entender y se hacen amar de una manera increíble y única. Y te enseñan con su forma de vivir, muchas cosas escenciales de la vida, que uno suele olvidar: Tomarnos y respetarnos nuestros tiempos, ser abundantes con nosotros mismos, amar, vivir el momento, disfrutar, ser feliz con lo necesario, darte cuenta de cuanto vale el hogar que tienes, los cariños que te rodean y cuan lejos uno puede llegar tan solo con eso. Incluso te demuestran que vale más la paz de tu alma, que todo el "confort" que te pueda rodear, pues sin lo primero, lo segundo se vuelve completamente inútil. Te muestran cuanto puede sanarte una simple caricia, y cuán acompañado pudes estar, solamente con que  se sienten a tu lado o te miren con esos ojos repletos de emociones.


"MATUTE"
"NEKO"

"Matute": Siesta en la pileta!


Compartir tu vida con uno de estos animalitos es un privilegio, una experiencia maravillosa que nunca imaginan aquellos que no lo han vivido. Aquellos cuyas almas han sido tocadas por la de un gato, sabemos  de lo que hablo. Aquellos que no, siempre están a tiempo.




Buen viaje mi morocho hermoso....!!! Gracias por compartir con nosotros, parte de tu viaje!




domingo, 14 de febrero de 2016

El tiempo de los Abuelos

Hoy voy a compartir un relato que escribí hace un tiempo atrás, y que como lo postulé a los premios anuales de literatura no podía publicar hasta que no pasaran los "fallos". Mi relato no llegó lejos en dicho "concurso" pero sigue siendo uno de mis "hijos" mas queridos.

Elegí este día, 14 de Febrero, para compartirlo como un pequeño homenaje de amor a algunas de las personas que lo inspiraron: mis abuelas obviamente, pero sobre todo, Gladys, mi suegra, quien nos dejo hace pocos meses atrás, pero que aún vivía cuando lo escribí. Elegí este día en particular porque sobre todo ella ha sido un ejemplo de AMOR. De ese que va más allá de los festejos "consumistas" de la actualidad. Ella y mi suegro recorrieron un largo camino de más de 70 años juntos. Un matrimonio que supo afrontar buenos y malos tiempos. Que crio hijos y cuido padres, lucho, trabajó, compartió y vivió al máximo cada instante de sus vidas. Fueron hijos, padres y unos abuelos estupendos. Y para mi, un regalo que ya no esperaba tener, una familia que me hizo sentir de nuevo en casa.



El tiempo de los abuelos


            ...Aquella cálida brisa primaveral irrumpió por la ventana en un remolino que por unos segundos la hizo levantar la vista de su computadora y elevar sus ojos al cielo. Por unos segundos _que bien podrían haber sido una eternidad_ su mente viajó muy lejos de allí... Esa brisa... el olor de la tierra caliente de los primeros días de verano,  la transportaron por un instante a los días de su infancia donde mil recuerdos se agolparon intempestivamente en su mente. Como una película, aquel preciso instante: el olor, la temperatura, el sol en ese punto exacto y los árboles meciéndose fuera de su ventana... fue exactamente como un "deja-vu". Por un instante pudo volver a sentir la piel ajada y el olor suave y sutil de su abuela. Aquella abuela casi "mágica" que no solo había acompañado su infancia, sino que había sembrado muchas semillas dentro de ella. Semillas que atesoraba y llevaba consigo como una talismán. Por un segundo volvió a escuchar su voz con absoluta nitidez. Y se quedó así... absorta... como suspendido su aliento en el aire tibio del medio día. Fue un instante fugaz, pero sintió como su alma se regocijaba en ese recuerdo y en sus labios se dibujó una amplia sonrisa...

Sin duda alguna, se consideraba una gran privilegiada. Había tenido la fortuna de poder disfrutar mucho _muchísimo!_ de sus abuelas. No vivían en la misma ciudad, pero esto no impedía que estuvieran cerca. Cada una era exactamente el opuesto de la otra. Pero justamente eso,  era parte del encanto. Cada una de ellas llenó su vida de maneras diferentes. Y de cada una de ellas_ años más tarde_ iba a considerarse "heredera" de sus dones más entrañables... e iban a ser su "sustento emocional" cuando las tempestades  de la vida amenazaran con arrasarlo todo.

 
***

             Vengo de una familia casi tan disfuncional como cualquiera. Sin embargo, en el acierto y/o en el error, tuve la suerte de crecer rodeada de valores que me ayudaron a construir mi vida y me convirtieron en la mujer que soy.  Y en esto_ también_  la presencia de mis abuelos fue fundamental. Pero tan fundamental como su presencia, fue el lugar que ellos ocupaban dentro de la familia _incluso en materia de "jerarquías"_ . Vengo de una familia donde las abuelas eran parte de la vida cotidiana y crecí escuchando sus historias, sus anécdotas. Conocí de la mano de ambas las mil batallas que libraron en sus vidas, aprendimos con sus ejemplos, pero también escuché mis primeros cuentos desde el regazo en camisón y las manos ajadas que sostenían los libros de fábulas.

            Soy de la época en que los abuelos estaban para "consentir" con cierta "picardía" a los nietos, pero donde también la palabra de los abuelos tenía todo el peso de la experiencia vivida. Vengo de la generación de los abuelos que llegaron como inmigrantes escapando de las guerras del viejo mundo, que vinieron con una mano delante y otra atrás y supieron luchar por establecer sus familias y ganar el pan para alimentar a sus hijos. Soy nieta de aquellas personas de vida austera que muchas veces no habían terminado la escuela, pero llevaban consigo un enorme bagaje cultural que _como niños que éramos_ no terminábamos de comprender mucho, cómo lo habían obtenido.  Y es que aquellos "viejos" que apenas podían creer lo que era el milagro de la televisión tenían el ojo agudo y observador entrenado para ver otras cosas. Veían el mundo a través de otros lentes. "Absorbían" el mundo como esponjas por cada uno de sus poros. Y de la misma manera, entregaban todo en cada palabra, en cada caricia, en cada sonrisa.

 
Abuelos piratas
            Los abuelos varones de la familia no estuvieron tan presentes como las mujeres, no obstante lo cual, también jugaron su papel, al menos en lo que a valores familiares se refiere y aunque más no fuera simplemente por el ejemplo de lo que "no se debe hacer" en la vida

            A mi abuelo paterno no lo conocí. Falleció antes de que yo siquiera anunciara mi llegada a este mundo. Las historias dicen que no era precisamente un tipo simpático, sino más bien un viejo amargo como pocos y con todo el rigor de los militares de antaño. En síntesis, que no me perdí nada, como quien dice. Aún así mi viejo lo amó mucho y lo recordaba con mucho amor y cariño.

            Quien vendría a representar el papel de abuelo paterno en mi vida, sería el segundo esposo de mi abuela. El día que les comunicó a sus hijos su decisión de volver a casare no se privó tampoco de aclarar que era demasiado joven para vivir el resto de su vida sin sexo. Y ante el estupor,_ y antes de que sus hijos atinaran a recoger sus desmayadas mandíbulas de sorpresa_, la abuela ya se había vuelto a casar. Un viejo tranquilo y entrañable de temperamento ameno y dulce al que en lo personal quise mucho y pude disfrutar poco porque se murió cuando yo apenas contaba 6 años. Aún así su recuerdo quedo impreso en mi memoria entre los más bellos de mi niñez y su muerte marcó mi primera pérdida importante en la vida.

            Mi abuelo materno... bueno... para ser honestos con la historia... era un viejo sátrapa al que supimos querer y respetar porque simplemente... así eran las cosas en mi casa. No fue un buen padre _a mi gusto obviamente!_ y mucho menos, un buen esposo. Fue violento y amargo con sus hijos, infiel con su esposa y peleado con la vida. Sin embargo _y vaya a saberse porqué..._ tuvo la suerte de tener una familia bondadosa con él cuando los años le pasaron factura de sus "maldades". Era increíble pensar cómo mi abuela había sobrevivido a casi 50 años de matrimonio con él. Mi abuelo era un hombre alto, fornido, de manos enormes y una fuerza titánica. Aún siendo un viejo con dos prótesis de cadera, seguía siendo un tipo muy fuerte. Mi abuela por el contrario, era una mujer diminuta que pesaba apenas 30 kg mojada... Sin embargo, la inteligencia de mi abuela siempre primó por sobre la fuerza bruta del abuelo, aún en las horas finales de éste, estando ya preso de la demencia senil que lo mató.

            Al igual que aquel personaje de "Clara" en "La casa de los Espíritus", mi abuela un día simplemente le cerró las puertas de su dormitorio y nunca más lo dejo entrar. Y a pesar de que él podría simplemente haberla corrido de un empujón, el umbral de la puerta parecía tener una invisible cerca eléctrica capaz de electrocutarlo sólo por pensar en pasar la línea. Así de fuerte era el espíritu de mi abuela. Jamás la oímos alzar la voz. Jamás una palabrota... nunca un gesto duro o grosero... por el contrario era toda dulzura... y tal vez por eso era irresistible y nadie podía decirle que NO a nada...   Recuerdo como en mi infancia le preguntaba a mi abuela porque no se divorciaba... después de todo... el no merecía una mujer como ella a su lado. Pero mi abuela siempre respondía lo mismo "No nena...! como voy a dejar a tu abuelo solo...! Es un viejo y me necesita y yo... yo a pesar de todo, lo quiero mucho!"

Pese a todo esto, _y con los años a cuestas_ el viejo tenía una gran virtud: respetaba a mi padre por encima de todas las cosas. Respeto que mi padre correspondía de la misma forma, y por lo cual reinaba entre ambos una especie de "camaradería" en la cual ninguno se entrometía en la vida del otro y sabían compartir y disfrutar los buenos momentos cuando la familia se reunía. Si bien les había hecho la vida imposible a mis padres mientras eran novios, supo dar un paso al costado cuando se casaron y guardar su lugar y compostura, por lo que mi padre nunca necesitó ponerlo en su sitio. Era un pacto tácito entre los dos hombres y era simplemente, algo natural.

Algo de la poca dulzura que era capaz de sentir mi abuelo _y que nunca supo darle a sus propios hijos_ sí supo derramarla sobre sus nietos, por lo cual, aunque en menor medida que a mis abuelas, puedo decir que de todas formas lo disfruté, lo quise, y lo lloré el día que se murió.

            Solía llevarme con él a sus dos lugares favoritos cuando me quedaba unos días con ellos en su casa: La oficina del telégrafo _donde tenía un puñado de amigos oficinistas que había generado vendiendo tapas de guías telefónicas_ y la Cancha de Bochas, donde departía con otro puñado de viejos más estropeados que él sobre "lo perdida que estaba la juventud" de la época.  Me presentaba con orgullo y me llevaba de caminata por el barrio contándome todas las historias del lugar, de cada casa, de cada esquina...  Otras veces solía contar acerca de sus travesuras infantiles cuando era monaguillo, o nos relataba sobre sus tiempos como boxeador amateur. A pesar de todas las cosas malas que tenía, aquel viejo supo igual cautivarnos con sus historias. Y a pesar de lo sátrapa que había sido, siempre fue tratado con amor y respeto supremo sólo por el hecho de ser "el abuelo".

            Cuando la demencia senil se fue apoderando de su persona, fue muy doloroso ver como aquel "coloso" se derrumbaba lentamente tras la niebla de una mente que ya se batía en retirada acosado por los fantasmas de una conciencia atormentada por su propia vida. A pesar de eso, todos nos mantuvimos a su lado hasta el último suspiro que pudo exhalar. Mi abuela firme como siempre, no se separó un segundo de "su viejo" hasta que le dio su último adiós...

            En aquel momento mi abuela contaba con 79 años y todos temíamos qué iba a pasar ahora que se quedaba sola. Pero antes de que cualquiera de nosotros pudiera abrir la boca, ella nos salió al cruce de manera tajante: "Que a nadie se le ocurra venir a instalarse en mi casa, ni me quieran llevar a vivir con nadie. Ahora que el abuelo no está, finalmente voy a hacer todas las cosas que no pude hacer los últimos 50 años".

Y así fue exactamente: Se anotó en clases de yoga, se dedico a visitar a viejas amigas y parientes, paseaba y disfrutaba cada instante al máximo. Comía a la hora que le pelaba la gana, y disfrutaba la paz del recientemente conquistado silencio de su casa.

Abuelas opuestas...


            Las dos viejas eran tan maravillosas como diferentes. Mientras que mi abuela paterna era todo "glamur" mi abuela materna ya estaba de vuelta en esas lides. Una que no dejaba que le sacáramos fotos si la tintura de su pelo no estaba impecable, mientras la otra ostentaba la plata de sus cabellos como un trofeo conquistado con ahínco. Las manos de mi abuela paterna eran hermosas y siempre con una manicura impecable, mientras que las manos de mi abuela materna tenían los dedos torcidos y rugosos como las ramas añosas de un árbol antiguo. La abuela paterna era la que preparaba los grandes "banquetes" familiares repletos de placeres "gourmet" mientras que mi abuela materna era la de los guisados y las sopas.

            Lo curioso era que no sólo presentaban un gran contraste entre la una y la otra, sino que ellas eran en sí mismas, una sucesión de contrastes cuasi insólitos. Mi abuela paterna, siempre "arreglada", con sus prendas de vestir de marca y perfumes caros, su manicura impecable, y siempre maquillada, era la misma que salía en ojotas y batón a juntar hongos y leña al monte y no temía a las alimañas que le hicieran frente, a las que simplemente de un chancletazo _o en el mejor de los casos, de un hachazo_ borraba del mapa.-

            Mi abuela materna, delgada, diminuta, de apariencia frágil, manos torcidas y cabello plateado como la luna, era por el contrario una mujer de una fuerza enorme, de alma indómita y carácter tan dulce como firme. Había sido en  sus épocas mozas una mujer regordeta y coqueta, pero con los años ya estaba "de vuelta" respecto a todas las cosas que podían considerarse "superfluas". Olía a violetas y encaraba la vida con alegría y sin tantas complicaciones. Era la típica que le daba exactamente igual salir a la calle con dos medias de diferente par, siempre y cuando no estuvieran rotas o sucias.

            La casa de mi abuela paterna siempre olía a tortas y manjares recién horneados. La casa de mi abuela materna olía a "primus". Una tenía una moderna heladera y una gran cocina donde preparaba exquisitos manjares para agasajar a cualquiera que pudiera llegar sin avisar. La otra tenía una vieja heladera "bombee" ruidosa y el máximo avance tecnológico que habíamos logrado imponerle era tener una garrafa de 3kg _ADEMAS del viejo "Primus" que mantenía siempre brillante y lustroso_.

            Aún así, las dos viejas tenían un millón de cosas en común. En sus casas nunca se pasaba llave a la puerta, y todos éramos bienvenidos a cualquier hora,  aún sin avisar. En sus casas se respiraba una paz excepcional y un aire descontracturado y fresco.

Disfrutaban mucho la una de la otra cuando se juntaban y en mi familia era usual salir de vacaciones con ambas abuelas juntas, lo cual reportaba un disfrute extra para toda la familia. Cada una con su estilo, cada una con sus manías, pero las diferencias se terminaban en el vaso de whisky con la picada de la noche junto al fuego. Eran tremendamente compañeras! Amaban el mar, la playa y la aventura.

            La abuela paterna era completamente atea. La abuela materna era dueña de una FE inquebrantable en Dios, pero lejos de la toxicidad de las religiones. Así crecí entre un padre agnóstico _pero respetuoso de las creencias de cada uno_ y una madre católica pero poco practicante. Una abuela pragmática y otra abuela casi de cuento de hadas.

Si bien ambas abuelas vivían en una ciudad lejos de nuestra casa, la abuela materna pasaba largas temporadas en casa, por lo que aunque no vivíamos directamente con ella, para nosotros era casi lo mismo. La semana que venía a Montevideo a arreglar cosas en su casa y atender al abuelo se nos hacía eterna!  La abuela paterna viajaba para los cumpleaños y reuniones familiares y cargaba con todos los lujos de "la capital" en cada viaje: sándwiches,  masitas y regalos sofisticados.

            Cuando la familia viajaba a la capital el "tour" incluía necesariamente, las casas de ambas abuelas, _cada cual con lo suyo_, y no había un lugar mejor que otro. Lo que compartíamos con cada una de ellas era absolutamente grandioso!

            Eran _seguro!!_ unas abuelas muy "atípicas". Eran las confidentes de todos. Podías hablar de sexo con ellas como no podías hacerlo ni con tus mejores amigos. De su mano caminamos ciudades, museos, montes, estanques, monumentos. Corrimos aventuras y transpiramos historias. Fuimos a pescar, comimos bajo las estrellas, limpiaron nuestros desastres y hasta nuestros raspones cuando nuestros padres por algún motivo no estaban ahí.

            Mi hermano y yo éramos inquietos y traviesos, aunque mi hermano era ciertamente mucho mas temerario que yo. En aquellos tiempos en que la televisión empezaba pasadas las 6 de la tarde mantener ocupados a dos "engendros" como nosotros no era tarea fácil. Sin embargo, mientras la abuela paterna nos llevaba a juntar renacuajos al estanque en un bollón de dulce de leche, la otra abuela me mantenía ocupada por largas horas jugando competencias detrás de la ventana de casa a ver quien contaba más obreros pasando en bicicleta a la hora de salida de las obras...  algo tan simple... y sin embargo de los mejores recuerdos que atesoro de mi infancia...

***

             Así fue mi niñez. Rodeada de esas personas que me hacían ver el mundo desde otro sitio. Que sembraron en mi la semilla de la curiosidad, el espíritu crítico, el optimismo y la capacidad de observar. Que me enseñaron que no importa lo duros que puedan ser los acontecimientos hay dos cosas que no podemos olvidar: que el sol tarde o temprano siempre vuelve a salir y que la vida hay que disfrutarla en cada aliento que damos. Que las cosas más valiosas no se compran con dinero, y que el que no baja los brazos siempre sale adelante.

            Sí... eran muy diferentes una de la otra... pero eran dos viejas sabias que siempre tenían la respuesta apropiada ante nuestros desvelos.

 

            Nunca _durante los años que compartí con mis abuelas_ se me ocurrió cuestionarme que hubieran momentos de mi vida que no fueran a compartir... ellas SIEMPRE estaban. Siempre estuvieron en cada momento importante de mi vida o de la vida familiar. En las buenas, y en las malas. En todas. No fue sino hasta que llegué a los 20 años y una de ellas falleció que caí en la cuenta de que no iban a estar allí "para siempre" como yo soñaba. Fue un golpe muy duro. El primero de muchos que vendrían con mi vida de adulta. Y me hizo tomar conciencia de lo efímero de las cosas. De un plumazo comprendí que el tiempo no perdona  y que los momentos que no aprovechamos, que no vivimos, simplemente... se van para siempre.

            A partir de ahí, me prometí _ y me propuse_ que no iba a esperar a que la gente se fuera para lamentarme de los momentos perdidos. A partir de ese día exprimí al máximo las horas que tenía con mi otra abuela. Ahora sí tenía claro que era cuestión de tiempo que ella también tuviera que partir.

            Tres años más tarde, la otra abuela se fue... La muerte de mis abuelas fue un golpe muy duro para toda la familia. Para mis padres, no sólo era perder a sus madres. Era como perder "el norte". (algo que llegaría a comprender años después cuando a mi misma me tocara despedirme de mis "viejos"...) Era perder una amiga, una confidente, el "cable a tierra", el punto de referencia. De alguna manera, no podíamos evitar sentir que ambas se habían ido "antes de tiempo" ya que una falleció de cáncer y la otra por una cirugía simple, pero de la que no logro recuperase precisamente por su edad.  A una de ellas la cuidamos por más de un año, a la otra apenas unas semanas. Pero en ambos casos, la familia cerró filas en torno a esas mujeres de estirpe guerrera que tanto nos habían dado a lo largo de sus vidas, y entregamos todo hasta el último minuto luchando por ellas.  Estuvimos en cada momento e hicimos que cada segundo contara. Y eso, también se quedó con nosotros.

            Tal vez por todo esto, es que disfruto tanto al conversar y compartir con gente mayor. Perderme entre sus historias... dejarme transportar a otros tiempos y otras épocas como en un viaje sin límites. Y aquella manera tan particular de ver el mundo que aprendí de mis propias abuelas hace que pueda llegar hasta el corazón mismo de esos relatos sin tiempo... y no importa cuántas veces los escuche, jamás me aburren... por el contrario siempre les encuentro algo nuevo.

            Pocas cosas me maravillan más que las personas que, ya entradas en años, pueden contar apenas con su mirada, las miles de historias que han pasado por su piel. Ver como sus ojos se iluminan cuando alguien se sienta a escuchar sus relatos de otros tiempos y en sus rostros casi podemos ver pasar esas vidas como una película. La picardía con que encaran algunos comentarios y hasta se vuelven a sonrojar como si volvieran a tener quince años.

            Tan lejos  están aquellas realidades de noviazgos con chaperonas y horarios de visita... y sin embargo no han pasado tantos años...  Simplemente... ha pasado mucha "VIDA"...

***

            Mi vida y mi camino dieron muchas vueltas y a lo largo del recorrido tuve el placer de compartir momentos entrañables con muchas personas que me llenaron  con la riqueza de sus historias, de sus vivencias y de su experiencia.  Mi alma está llena de maravillosos  y ricos momentos que jamás olvidaré. Cada una de esas personas tiene un lugar en mi corazón.  En épocas donde aun no existía internet pude viajar a los rincones más distantes de la tierra de la mano de algunos individuos que me permitieron recorrer el mundo a través de su memoria. Conocí de culturas, costumbres y sabores sin apenas salir de los límites de mi ciudad...  y aprendí de cocina y comidas típicas desde las letras temblorosas y toscas de aquellos viejos que compartieron las antiguas recetas de la familia en la intimidad de sus cocinas con una taza de té de por medio, desde las hojas ajadas de un cuaderno añejo escrito a lápiz...

            Mi trabajo me ha permitido también departir con gente sumamente interesante. También entre ellos cuento con varios veteranos que han acumulado mostrador, experiencias y anécdotas que podría pasar días enteros escuchando y disfrutando sin aburrirme jamás. Saboreando en cada palabra lenta, en cada pausa, retazos de esas vidas bien vividas... y no puedo evitar ver en cada uno de ellos, un poco de esos abuelos que tanto ame y que aún extraño.

             Los años han pasado. Lejos están aquellos días de calor de mi infancia con olor a tierra húmeda y flores de estación. Lejos quedaron los paseos a medio día de la mano de mi abuela materna o los pasteles hojaldrados  de mi abuela paterna que nadie nunca pudo imitar. Lejos están las navidades con el pan dulce casero _receta de mi abuelo paterno y sus parientes "tanos"_ que horneaba mi viejo en un ritual sagrado junto a nosotros cada año. Lejos quedo la bolsa de caramelos comprados a la vuelta de la Caja de Jubilaciones que mi abuelo materno nos regalaba en cada Navidad... y lejos quedaron las tardes de viernes con olor a limón rallado en la cocina de mi madre preparando el postre del fin de semana cuando llegábamos de la escuela.

***

Un mundo redondo...

             La vida de alguna manera, va dando la vuelta y los círculos se van cerrando. Hoy _ya adulta_ veo como la familia se ha ido transformando. Muchos ya no están... y algunos nuevos han llegado.   En algún momento solo quedamos mi padre y yo.  Luego con mi marido llegaron también mis suegros con sus más de 90 años encima...  y la mesa volvió a ser grande y festejamos poder compartir juntos,  y "mi viejo" pudo volver a sentirse "en familia". Con mis suegros llegaron a mi vida, sus familias. Hermanos y amigos casi tan longevos como ellos. Tuve nuevamente el placer de compartir entrañables historias que nuevamente me regalaron un viaje a través de los tiempos absolutamente impagable...  Y disfrutaba especialmente mucho cuando mi suegra se juntaba con su mejor amiga... apenas 72 años de amistad!  Una veterana dura y franca dueña de una picardía rebosante y cuyos intercambios con mi suegro me hacían saltar hasta las lágrimas de la risa. Un magistral "ping-pong" de "chascarrillos" hilarantes con altura e ingenio que dejan corto a cualquier show de "stand up" moderno... 

Pero un buen día... la risa termino... aquella maravillosa mujer ya no vino más... y la mirada de mi suegra se tiño con un velo de tristeza amarga. A su querida amiga del alma la habían mandado a un asilo. No estaba enferma. No necesitaba a nadie que la cuidara. Simplemente, su familia primero la despojo de todo lo que tenia y luego se desentendió de ella... dejándola como quien abandona un mueble en un deposito.

            Y en cada cumpleaños de mi suegra, la veo sentada junto a la ventana... mirando con ojos tristes a lo lejos... su amiga no esta...  El teléfono suena y la saca de su introspección ... es su amiga del alma! Los ojos se le ponen vidriosos y una lágrima se asoma... su amiga entrañable no puede venir, pero aun desde su exilio jamás deja de llamarla...  Por un segundo apenas, ambas pueden hacerse a la idea de que aquellos tiempos pasados siguen siendo iguales... pero no lo son. Cuelga el teléfono y vuelve a quedar con la mirada perdida y el llanto atragantado. La miro. El corazón se me hace un nudo... y siento una punzada en el alma.
 
***

             Si... vengo de una familia casi tan disfuncional como cualquiera... pero aún a pesar de las cosas que pudieran estar mal, de que no todos fuéramos perfectos, nadie fue dejado por el camino y abandonado a su suerte. Sé que hay un amplio espectro de situaciones complejas que nos orillan a tomar decisiones que no queremos. Tengo claro que hay veces que no hay más opción que dejar a los que amamos al cuidado de alguien mejor capacitado que uno y con mejores medios y herramientas para poder ayudar.         Pero...¿qué pasa cuando simplemente el tema es "descartar" lo viejo como si sólo se tratara de un trapo usado...? ¿No tenemos todos el derecho a terminar nuestros días de la manera más digna posible...? Me resisto a pensar que aquello de "cría cuervos y te arrancarán los ojos" se convierta en una decadente realidad...  aunque lamentablemente, lo veo cada vez con más frecuencia... ¿Acaso hemos perdido tanto la cordura como para olvidarnos completamente de dónde venimos...?  ¿Acaso somos tan ingenuos como para no ver que si hacemos eso con nuestros viejos, estamos enseñando con el ejemplo a nuestros hijos para que el día de mañana hagan lo mismo con nosotros...? ¿Que clase de valores estamos dejándole al mundo que viene...? ¿Hemos perdido la noción de lo valiosos que son nuestros viejos...? ¿Adonde fue a parar aquello de aprovechar la experiencia acumulada con los años...? ¿Tan seguros estamos de que la tecnología nos va a resolver la vida a tal punto, que pueda sustituir aquel ojo crítico y observador que aún conservan nuestros veteranos?  ¿Tan corta se ha vuelto nuestra memoria que ya ni siquiera queremos recordar nuestra propia historia, negándonos de esa forma la posibilidad de aprender de los errores del pasado...? ¿Tan soberbios somos como para pensar que somos "mejores" solo  por ser más jóvenes... "mas nuevos"...? ¿Y qué va a ser de nosotros el día que ya no seamos tan jóvenes? Cuando la piel comience a arrugarse, el paso se haga más lento y las palabras ya no acudan a nuestros labios con la misma rapidez de antes...

***

            Me ha tocado despedirme de mis padres. Cuidarlos cuando enfermaron.  Desmantelar la casa familiar y los casi 50 años de matrimonio y familia que guardaba entre sus paredes.  Mis padres ya no están.  Mi madre fue una mujer bella y elegante.  Mi padre era un hombre inteligente, brillante y ecuánime. Cuando enfermaron, a mi madre la vi perder toda su belleza pero jamás la luz de su sonrisa. A mi viejo lo vi perder toda su cordura y ecuanimidad, pero no su espíritu soñador. Cuando ambos me faltaron comprendí lo que se sentía perder "el norte" y cómo se siente el desarraigo. Pero aún en los peores momentos, estuvimos juntos. Es doloroso cuando vemos a esas personas que amamos irse desvaneciendo tras el velo de la enfermedad. Es doloroso el solo hecho de verlos envejecer y pensar que en algún momento ya no van a estar con nosotros. Pero es precisamente por eso que tenemos que aprovechar a disfrutarlos, a compartir cuando aún están.  Tal vez por todo esto, es que me resulta tan difícil asimilar que los asilos estén tan llenos de gente que no debería estar ahí...

 ***

            Vengo de un tiempo en que los abuelos eran parte de la familia, de la vida cotidiana, y un referente. Vengo de un tiempo donde ni las personas ni las cosas eran "descartables". Donde viajábamos y soñábamos de la mano de esos viejos sabios que compartían su vida y su amor a manos llenas. Donde la comida se hacía en casa, y no venía en lata, y cuando nadie tenía que regularnos la sal en la merienda de nuestros hijos. Vengo de un tiempo donde se comían los Nísperos arriba del árbol,  la gente podía tomar café y disfrutar de una buena chara en un BAR sin que un televisor tuviera a todos como idiotas mirando, o a los gritos para poder escucharse. Vengo de un tiempo en que sabíamos envejecer con dignidad y las arrugas en lugar de ser despreciadas eran símbolo de experiencia y vida. Vengo de una época en la que teníamos "permiso para envejecer" y ser viejo no era un pecado.

            Vengo de un tiempo donde los viejos eran respetados, y las personas no venían con fecha de caducidad...